domingo, junio 21

Las exigencias de un marero


El Enano trata de borrar su identidad de marero, entre sus manos lleva un carnet que lo identifica como un joven que está en proceso de reinserción social.


El Enano vive en Cerro Alto, una comunidad en Guatemala, que no cuenta con un colegio, no hay parques, ni canchas para practicar deportes. Él desde los doce años es miembro de los Salvatruchas y apenas terminó la escuela.

Los vecinos de esta comunidad guatemalteca se organizaron y formaron un comité de patrullaje y seguridad local.

El trabajo comunitario logró que doscientos jóvenes entregaran de forma voluntaria, ametralladoras, cuchillos, granadas, bombas hechizas y crack.

Los ex pandilleros suscribieron un convenio de amnistía, es decir sus delitos no serán castigados, siempre y cuando dejen de delinquir.

“Desde hace tiempo sabía que me estaba haciendo daño y me quería salir. Mi única solución fue entregarme, no puedo huir toda la vida, ahora me gustaría estudiar o trabajar de mecánico” Le confesó El Enano a Lucía Escobar cronista guatemalteca.


El comité de seguridad ciudadana inicia el patrullaje a las seis de la mañana y terminan a las nueve de la noche. Las jornadas de vigilancia están acompañadas de visitas a las casas de cada uno de los pandilleros, para hablar con sus padres y familiares, así tratan de buscar el apoyo de toda comunidad.

Los vecinos que vigilan las calles del barrio lo hacen con las caras tapadas por capuchas, usan linternas y pitos para que los escuchen, su trabajo es evitar que los jóvenes deambulen por la noche y alertar cuando carros sospechosos llegan a la comunidad a dejar drogas o armas.

Los vecinos de Cerro Alto de Guatemala, decidieron asumir la responsabilidad de velar por la seguridad ciudadana de su comunidad, estaban hartos de la mirada indiferente del Estado.

Decidieron enterrar las historias de sangrientos linchamientos, ya no querían cargar con el peso de la ineficiencia policial.


Según los vecinos los ex pandilleros jóvenes piden fuentes de trabajo, no quieren ganarse la vida robando en la humilde pulpería de la esquina, ni jactarse de la lista de crímenes que hacen callos en sus hombros.

3 comentarios:

Milton Douglas dijo...

Esperemos que nuestro país no llegue a este punto.

Anónimo dijo...

hola @stephradar ilustrativo tu reportaje, efectivamente en Guatemala el tema de la seguridad en algunas partes (no en general) es un problema serio por esto de las maras. El que la comunidad se organice es muy bueno. Ya que las autoridades no han podido con este problema.

Lo que indica el reportaje sobre la reinserción de la gente a la sociedad como personas de bien, no se hasta que punto es cierto o factible, pues por lo que se les atribuye que hacen realmente no se si alguien se pueda componer.

Habria que ver directamente con la gente de Cerro Alto, si realmente estan actuando solo defendiéndose o se ha logrado arreglar el problema y han logrado que ellos se humanicen y se vuelvan productos. Ojalá y sea asi !

saludos

Manta Negra dijo...

Qué problema el asunto de las maras. Por un lado es un asunto de falta de oportunidades; por otro lado, es un asunto de drogas, desintegración familiar y pérdida de valores. Por último, hay un factor de decisión personal.

Me alegra ver que al menos uno de ellos finalmente ha tomado buenas decisiones.

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